viernes, noviembre 10, 2006

HEAVY METAL

HEAVY METAL


Todo comenzó con la santísima trinidad: Deep Purple, Led Zeppelin y Black Sabbath; tres bandas inglesas que dieron origen a un género que ha representado una ideología y modo de vida por casi cuatro décadas.

A pesar de mutaciones que lo han llevado a extremos tan distorsionados de su verdadera esencia, como el Niu Metal o el Hardcore, el Heavy Metal se mantiene fiel a sus ideales: presentarse hoy como vocero del argumento urbano, argumento que precisa ser escuchado.

Lo hace apoyado, por ejemplo, en reclamos antibelicistas que continúan vigentes (How Many Tears, de Helloween); o en trabajos de proporciones épicas e incluso de ambiciones literarias (proyecto Avantasia, de Tobias Samett).

Pero tuvo que pasar toda una generación para que la banda seguidora de Deep Purple y sus amigos se animara a tocar con un estilo similar al de sus ídolos. Así, en la Inglaterra de finales de los años setenta surgió la Nueva Ola de Heavy Metal Británico, que al ver a Led Zeppelin tocando blues, o Black Sabbath cayéndose a pedazos, decidieron reinventar el género. De aquí surgieron bandas como Iron Maiden, Mötorhead y Judas Priest: metal puro, tocado por auténticos metaleros.

Con el pasar de la década los metaleros ingleses ya no estaban solos en la escena y se les unió Europa: ejemplos notables fueron Helloween, de Alemania; Celtic Frost, de Suiza o Bathory, de Suecia. Con esto, la movida del metal se consolidaba como el grito de guerra de los jóvenes trabajadores de la Europa ochentera; una identidad que encontró, con Heavy Metal is the Law, de Helloween, su himno: “El Heavy Metal es la Ley... que nos mantiene unidos y libres”.

En Estados Unidos, como siempre, vieron al Heavy como el siguiente gran negocio ante la caída que sufría el pop en la programación de la radio y cadenas de videos. El rescate, para ellos, lo protagonizarían “grupos de metal” de carácter televisivo, eMTiVizoide: mallones, peinados exageradísimos y maquillaje hasta en las orejas pero sobre todo poco Metal; una especie de Suave-Metal, gustoso de chavitos que querían estar a la moda pero al mismo tiempo sentirse rudos.

En realidad esto se conoció como Hair Metal. Sus principales exponentes fueron Bon Jovi, Twisted Sister, Poison y Mötley Crüe, a quienes, si bien los tachaban de satánicos (intencionalmente ellos también daban esa imagen), nunca dejaron de ser apoyados por el mercado frívolo y comercial de lo que para los gringos es el Televisa de la Música: MTV.

El movimiento llegó a un punto tan falso que incluso tuvo su propia película en el Rockumental de “Spinal Tap”, sobre una banda metalera imaginaria que se encuentra en sus últimos días, y cuya idiotez sólo es superada por sus malas letras.

Como no todo lo que es oro brilla, en el mismo EU de los años ochentas, se gestaba otra onda de igual intensidad, aunque con sentido diferente: Trash Metal. Este movimiento se proclamaba en contra del glamour que reinaba en la música de metales, y con bermudas, tennis Converse, matas largas y mugrosas, pero sobre todo, con una legión (tribu) de metaleros-patinetos realmente fieles a lo pesado, surgieron los hijos olvidados de California: Metallica, Megadeth, Anthrax y Slayer; cuatro bandas que, si bien no estaban tan pulidas ni apoyadas como las Hair Metaleras, fueron las que más brillaron. Hoy, pese a cambios y problemas de alineación siguen rockeando duro en la escena.

De la combinación del Heavy Metal clásico y el Trash Metal surgieron muchos otros subgéneros. Tal vez los que conserven más la esencia de lo que fue el Metal en sus inicios, aunque sea sólo musicalmente, sean el Progressive, el Speed y el Power Metal, con sus estandartes Dream Theatre, Stratovarius y Blind Guardian, respectivamente.

Con la infinidad de variantes que se ha conformado el mensaje es claro: el auténtico Metal no ha muerto y no morirá.

De los orígenes del término “Heavy Metal” se dice mucho, pero se conoce poco. La teoría más aceptada es aquella que se refiere a Jimmy Hendrix, cuando un periodista comparó su música a escuchar “Metal Pesado cayendo desde el cielo”. Así, todo rock con riffs pesados era considerado Heavy Metal.

Otra teoría refiere al escritor fanático del LSD, William S. Burroughs, que en su novela The Soft Machine tiene un personaje llamado Uranian Willy, the Heavy Metal Kid, infante que según “conocedores”, representa la alineación causada por un mundo cada vez más mecánico. Una teoría más concreta; otra más poética: como el mismo Metal.

Siempre fiel a la banda, el Heavy Metal se manifiesta como música-bandera-alivio en contra de cualquier represión, ya sea social, intelectual y económica: fiel a la banda mientras la banda siga fiel a ella. No falta, claro, que los metaleros se desvíen un poco: aunque no pasa nada: como ya se dijo, no hay represiones, no hay cadenas; y se vayan a “nuevas y vanguardistas corrientes” siempre tendrán algo claro, y sobre todo vivo: el Heavy Metal es la ley.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Viva el hair metal¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
pinches putos¡¡¡¡

Anónimo dijo...

entonces no entiendo....
que el usuario anónimo nos señala alguna de las siguientes opciones:

a.le gusta el hair metal, y auqneu los considera pinches putos, se siente orgulloso de manifestar su devoción.

b. no le gusta el hair metal y fue un comentario sarcástico y se le olvido añadir los clásicos "jejeje".

c. ama el hair metal, usa mallones, sigue usando spray para cabello, se pone calcetas en salva sea la parte para aparentar un miembro grande y pone a todo volumen cherry pie de Warrant y aun así.... nosotros, los de este blog, somos putos???

debo decir que espero q sea la respuesta b por obvias razones...
saludos

Anónimo dijo...

groooooaaarrrrrr

Anónimo dijo...

el hair metal es pubico!

Anónimo dijo...

buuuu gueyes!

Anónimo dijo...

el hair metal me late un chingoooooooooooo guevooooossssss